miércoles, 27 de octubre de 2010

LA BUENA MESA



La cultura del vino incluye un sin fin de maneras para disfrutarlo y una de las mejores formas es cuando se acompaña con alimentos o platillos específicamente seleccionados, es decir, cuando se encuentra el maridaje.

Pero, ¿qué es el maridaje?. Según el diccionario, es la unión o armonía entre dos cosas diferentes. Por lo tanto, el propósito del maridaje o armonización entre el vino y los alimentos, consiste en seleccionar un vino para cada platillo en función de colores, aromas, sabores, texturas e intensidades de ambos, y una vez que son llevados a la boca y se mezclan entre sí, no sólo produzcan placer, sino que resalten las características olfato – gustativas tanto de uno como del otro y aumenten el disfrute del paladar.

La elección de los vinos para la comida es de suma importancia, ya que los vinos exaltan las cualidades gustativas de los alimentos y aumentan su placer, por tal motivo, hay que elegir el más adecuado para cada caso.

La teoría y la práctica de la armonización se apoya en el principio del equilibrio, que consiste en la conveniencia de que, cuando se unen diversos elementos gastronómicos, deben existir entre ellos identidad ó, por lo menos una cierta complementación, como es el caso del maridaje.

La cultura del vino incluye un sin fin de maneras para disfrutarlo y una de las mejores formas es cuando se acompaña con alimentos o platillos específicamente seleccionados, es decir, cuando se encuentra el maridaje.

Pero, ¿qué es el maridaje?. Según el diccionario, es la unión o armonía entre dos cosas diferentes. Por lo tanto, el propósito del maridaje o armonización entre el vino y los alimentos, consiste en seleccionar un vino para cada platillo en función de colores, aromas, sabores, texturas e intensidades de ambos, y una vez que son llevados a la boca y se mezclan entre sí, no sólo produzcan placer, sino que resalten las características olfato – gustativas tanto de uno como del otro y aumenten el disfrute del paladar.

La elección de los vinos para la comida es de suma importancia, ya que los vinos exaltan las cualidades gustativas de los alimentos y aumentan su placer, por tal motivo, hay que elegir el más adecuado para cada caso.

La teoría y la práctica de la armonización se apoya en el principio del equilibrio, que consiste en la conveniencia de que, cuando se unen diversos elementos gastronómicos, deben existir entre ellos identidad ó, por lo menos una cierta complementación, como es el caso del maridaje.

Esto se aplica no sólo al equilibrio del vino con los alimentos, sino también al que deben guardar los diferentes componentes en la elaboración de un platillo determinado. Ejemplo; al utilizar viarios condimentos, es conveniente dosificarlos adecuadamente para que sus características intensas muestren su presencia al mismo nivel que los de menor intensidad, el platillo elaborado tendrá un nivel parejo sin que resalte ningún elemento lo que le brindará calidad y buen gusto.

Por tal motivo, el principio del equilibrio puede resumirse a grandes rasgos, diciendo que para platillos tenues, finos y sabor delicados, se deben elegir vinos blancos de las mismas características y, que para patillos de sabor intenso, condimentados, de aroma potente, los vinos indicados serán los tintos de buen cuerpo, aroma y bouquet intensos. Posiblemente esta sea la teoría, lo cierto es que con la constante evolución en las técnicas culinarias, la combinación entre platillo y vino también ha evolucionado, en razón de que el maridaje actual está enfocado en el gusto del cliente ya que él es quien tiene la última palabra.

Cabe destacar que quienes elaboran el menú para un maridaje son el chef en conjunto con el sommelier o el enólogo, quienes después de diversas pruebas entre vinos y platillos, logran encontrar el equilibrio y combinación entre algunos de ellos. Según los expertos, no hay mejor maridaje que aquel en donde el platillo y la bebida (vino, cerveza, tequila, ron, etc.), se encuentren entre sí en un buen equilibrio al gusto y disfrute del paladar de quien lo realiza.

En conclusión, el maridaje tiene como finalidad conjuntar las cualidades y las potencias de alguna bebida, en este caso vino, con los ingredientes de los platillos para lograr así una armonía de sabores

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